2023
Bordado, tejido, aplicaciones e impresión sobre lino
149 x 108 cm
108 x 137 cm
BORD(e)AR
Bordear un camino es lo que permite la ilusión del control temporal del cuerpo por medio de su fricción espacial. Un tiempo del desplazamiento del cuerpo que no se mide solo con un podómetro o un cuenta kilómetros. El tiempo del tránsito se mide de otras formas. Unas que se parecen más a un estado mental en que se conectan el origen y el destino a partir de un objetivo. Un transitar para conectar.
Bordear es pasar de ese límite que impone la línea del camino. Ir por los bordes se impone como un desafío, donde el adentro y el afuera están siempre tensionando su unísono. Una cuerda floja que no solo se tensa en la promesa de su fiabilidad, sino que se suelta y abandona a una soltura, en la demasía que impone la gratuidad del arte. El arte de bordear.
Curiosamente bordar es algo parecido. Más allá de la cacofonía intencionada. Recordemos que un hilo siempre tiene dos puntas. La separación entre ambas dependerá de su largo. Un hilo cuando se corta siempre quedará menos largo. La paradoja es que mientras más cortamos su largo, sus nuevas puntas quedarán más cerca, aún cuando las otras irán alejándose en fragmentos disociados. Es por ello que para una artista trabajar con hilo no es la metáfora sustituta de otros materiales o el forzamiento de un lenguaje aprendido, como si se pudiera dibujar, pintar o grabar con “hilo”. Bordar, enhebrar, urdir, coser, tejer, cardar y una larga lista, siempre serán otra cosa. El arte de bordar.
Aquí en el hilo no es un cordón que anuda y tampoco es un puente que conecta. Es una marca sobre un borde, porque no hay espacio sin tiempo. Una forma que comprime en su imagen la convicción de una mujer artista que se devuelve hacia la maternidad, los cuidados y los afectos. Porque se puede medir con un hilo la vida de todo lo que puede unir. Porque se puede vivir en un hilo cuando la desmesura separa lo que da vida. Porque después de vivir medio siglo ella sigue bord(e)ando.
José de Nordenflycht